HERCULES-HERACLES
-Infancia y Juventud: Hércules (mitología romana), Heracles en la mitología griega, héroe conocido por su fuerza y valor así como por sus muchas y legendarias hazañas. Hércules es el nombre romano del héroe griego Heracles. Era hijo del dios Zeus y de Alcmena, mujer del general tebano Anfitrión. Para engendrarlo, puesto que Zeus deseaba fervientemente que su madre fuera Alcmena, Zeus se convirtió en la figura de su marido y se unió a ella en su lecho la misma noche que Anfitrión, volviendo de una expedición, concibió junto a su mujer a Ificles, que nació al mismo tiempo que Hércules.
Por pertenecer Hércules a la raza argiva y ser su madre descendiente de Perseo, Zeus en una ocasión se jactó de haber engendrado al próximo rey de Argos. Hera irritada por la infidelidad de su esposo, se las arregló para que pronunciase las siguientes palabras, "El niño que va a nacer hoy en una familia que lleva mi sangre será el señor de todos los que habiten en torno a él". Después Hera, aconsejada por Ate, envió a Ilitia para que adelantara el parto de Menipe, esposa de Esténelo, este ultimo también era descendiente de Perseo. Luego Ilitia retrasó cuanto pudo el nacimiento de Hércules, pudiendo éste por fin nacer gracias a la intervención de Galantis.
Así que gracias a los manejos de Hera, Euristeo nació antes que su primo Hércules y en virtud al juramento de Zeus, recibió la corona de Argos.
Hera, decidida a matar al hijo de su infiel marido, y mucho más enfurecida por el hecho de que Zeus se jactaba de su hazaña entre los otros dioses, poco después del nacimiento de Hércules envió dos grandes serpientes para que acabaran con él. El niño era aún muy pequeño pero estranguló a las serpientes. Sin embargo, su madre le abandonó temiendo la ira de Hera y el bebé fue recogido por Hermes. Zeus decidido a favorecer a su descendiente, ordenó a Hermes que pusiera al infante en el regazo de Hera.
Ya de joven, Hércules, mató a un león con sus propias manos. Como trofeo de esta aventura, se puso la piel de su víctima como una capa y su cabeza como un yelmo.
-Desarrollo de su vida: El héroe conquistó posteriormente a una tribu que exigía a Tebas el pago de un tributo. Como recompensa, se le concedió la mano de la princesa tebana Megara, con quien tuvo tres hijos.
Toda esta fuerza y capacidades se debieron, en parte, a la educación que recibió de Quirón, de forma que llegó a ser el hombre más famoso y valiente de su tiempo. Sin embargo también fue educado por otros grandes maestros como Lino, Cástor y Radamante.
Eurito, le enseñó el manejo del arco; Cástor, le instruyó en las armas; Autólico le entrenó en el arte del pugilato; con Anfitrión aprendió a conducir carros; y Lino le enseñaba música hasta que en un arranque de cólera Hércules lo mató.
A los dieciocho años acometió la cacería de un león que asolaba las tierras de Anfitrión y de su vecino el rey Tespio. La cacería duró cincuenta días durante los cuales el héroe se hospedó en la casa de Tespio. Éste tenia cincuenta hijas, noche tras noche el rey las introducía en el lecho de Hércules para obtener descendientes de él. De estas noches nacieron los cincuenta Tespíadas.
Hera, aún implacable en su odio hacia Hércules, le hizo pasar un acceso de locura durante el cual mató a su mujer y a sus hijos. Horrorizado y con remordimientos por este acto, Hércules se habría suicidado, pero el oráculo de Delfos le comunicó que podría purgar su delito convirtiéndose en sirviente de su primo Euristeo, rey de Micenas. Euristeo, compelido por Hera, le impuso el desafío de afrontar doce difíciles pruebas, los doce trabajos de Hércules.
-Muerte del Héroe: Después Hércules se casó con Deyanira, a la que obtuvo de Anteo, hijo de Poseidón, dios del mar. Cuando el centauro Neso atacó a Deyanira, Hércules lo hirió con una flecha de las que había envenenado con la sangre de Hidra. El centauro moribundo dijo a Deyanira que tomara un poco de su sangre que, según él, era un poderoso filtro de amor, pero era un veneno. Creyendo que Hércules se había enamorado de la princesa Yole, Deyanira le envió una túnica mojada con la sangre. Cuando se la puso, el dolor causado por el veneno fue tan grande que se mató arrojándose a una pira funeraria. Después de su muerte, los dioses lo llevaron al Olimpo y lo casaron con Hebe, diosa de la juventud.
LOS 12 TRABAJOS
-Explicación de los 12 trabajos: La primera prueba fue matar al león de Nemea, un animal al que no podía herirle arma alguna. Hércules primero aturdió al león con su garrote y después lo estranguló. En su segunda prueba mató a la Hidra, que vivía en un pantano en Lerna. Este monstruo tenía nueve cabezas. Una cabeza era inmortal y, cuando le cortaban cualquiera de las otras, crecían dos en su lugar. Hércules quemó cada cuello mortal con una antorcha para impedir que crecieran las dos cabezas y sepultó la cabeza inmortal bajo una roca. Después mojó sus flechas en la sangre de la Hidra para envenenarlas. La siguiente prueba de Hércules fue capturar viva a una cierva con cuernos de oro y pezuñas de bronce que estaba consagrada a Ártemis, diosa de la caza, y la cuarta prueba consistió en cazar a un gran jabalí cuya guarida estaba en el monte Erimanto. A continuación, Hércules tuvo que limpiar en un día la suciedad acumulada durante treinta años por miles de rebaños en los establos de Augias. Desvió el cauce de dos ríos, haciendo que corrieran por los establos. En su siguiente trabajo apartó una enorme bandada de aves de picos, garras y alas de bronce que vivían junto al lago Estínfalo y atacaban a las gentes del lugar, y devastaban sus campos y cosechas. Para cumplir su séptimo trabajo, Hércules entregó a Euristeo un toro furioso que Poseidón, dios del mar, había enviado para aterrorizar a Creta. Para recuperar las yeguas de Diomedes, rey de Tracia, que se alimentaban de carne humana, Hércules capturó al rey, se lo ofreció como alimento a las yeguas y después las condujo hacia Micenas. Hipólita, reina de las amazonas, deseaba ayudar a Hércules en su noveno trabajo. Cuando Hipólita estaba a punto de dar a Hércules su cinturón, que Euristeo quería para su hija, Hera dijo a las amazonas que Hércules intentaba raptar a la reina y estas lo atacaron. Entonces el héroe mató a Hipólita, creyendo que era responsable del consiguiente ataque, y escapó llevándose el cinturón. En su camino a la isla de Eritia para capturar los bueyes de Gerión, el monstruo de tres cabezas, Hércules erigió dos grandes columnas (los peñones de Gibraltar y de Ceuta, que bordean ahora el estrecho de Gibraltar, y que se representan en el escudo de la ciudad de Cádiz) como monumentos conmemorativos de su hazaña. Después de que Hércules se llevara los bueyes, fue a buscar las manzanas de oro de las hespérides pero como no sabía dónde estaban esas manzanas, pidió ayuda a Atlas, padre de las hespérides. Atlas accedió a ayudarlo si Hércules, sostenía el mundo sobre sus hombros, mientras él conseguía las manzanas. El último y más difícil trabajo de Hércules fue capturar a Cerbero, el perro de los infiernos. Hades, dios de los muertos, dio permiso a Hércules para llevarse al animal siempre que no usara armas. Hércules capturó a Cerbero, lo llevó a Micenas y lo devolvió al Hades.
LOS 12 TRABAJOS
1º) El León de Nemea. 2º) La Hiedra de Lerna. 3º) La Cierva de Cerinia: 4º) El Jabalí de Herimanto. 5º) Los Establos de Augías. 6º) Las Aves del Lago Esfíntalo.
7º) El Toro de Creta. 8º) Las Yeguas de Diómedes. 9º) El Cinturón de Hipólita.
10º) Los Bueyes de Geriones.11º) Las manzanas de Oro del Jardín de las Hespérides.
12º) El Can Cerbero.
JASÓN Y LOS ARGONAUTAS
Jasón es un héroe tesalio. Aesón, su padre, era hijo de Creteo y de Tiro (la que fue amada por Poseidón). Fue despojado de su reino, el país de Iolcos, por su hermanastro, Pelias, hijo de Tiro y de Poseidón. No obstante, su hijo Jasón fue criado por el centauro Quirón. Llegado a edad adulta, Jasón dejó el Pelión y se presentó en Iolcos, cubierto por una piel de pantera, con una lanza en cada mano y el pie izquierdo sin sandalia. Pelias estaba celebrando un sacrificio; al ver a ese hombre, tuvo miedo, pues un oráculo le había aconsejado "desconfiar del hombre que no tuviera más que una sandalia". Jasón se acercó al rey y le reclamó el reino que, según decía, le pertenecía legítimamente. Pelias, sin rehusar abiertamente, le pidió que antes trajera el vellocino de oro del carnero que antaño se habían llevado Frixo y Hele desde Grecia a Cólquida. Ese vellocino, como se sabía, se hallaba en un bosque consagrado a Ares, en Colcos, y el rey Aetes, hijo del Sol y de la Oceánida Perseida, lo había confiado a la custodia de un dragón maligno. Pelias, al enviar tan lejos a Jasón, estaba convencido de que no volvería. Jasón aceptó la misión y empezó por pedir consejo a Argos, hijo de Frixo y Argos, por indicación de Atenea, construyó el primer gran navío, el Argos, capaz de llevar a Cólquida, es decir, al fondo del Ponto Euxino, a Jasón y a los compañeros que él eligiera. Esa nave se construyó pronto, en el puerto de Pagase, en Tesalia, con madera cortada en el Pelión, pero la pieza de proa era un trozo de encina procedente de Dodona (el bosque donde Zeus daba sus oráculos): proporcionado por Atenea, ese trozo de encina tenía el don de la palabra y podía profetizar.
El viaje de ida:
Los compañeros no tardaron en afluir. Jasón retuvo a unos cincuenta. Las listas que dan los autores son diversas: no obstante, algunos se encuentran siempre: Orfeo, el músico, que había de marcar el compás a los remeros, Tifis, el piloto, instruido por Atenea, el adivino Idmón, los hijos de Bóeras, el Viento del Norte, Calais, Cetes, y luego Cástor y Pólux, y sus dos primos, Idas y Linceo. Heracles es nombrado a veces, pero el destino le prohibía ir a la Cólquida, y un episodio del viaje explicaba cómo se había detenido por el camino para buscar al joven Hilas, a quien amaba, y al que las ninfas de un manantial habían arrebatado cuando sacaba agua. El viaje comenzó bien. Los presagios eran favorables. La primera escala fue Lemnos, donde no había más que mujeres, pues estas habían matado a todos los hombres, que les habían sido infieles a consecuencia de una maldición lanzada por Afrodita. Las Lemnianas fueron amables con los navegantes, y éstos les dieron hijos, fundadores de una raza nueva. Al pasar por Samotracia, los Argonautas se hicieron iniciar en los misterios de los Cabiros, que se celebraban en la isla. Luego, penetrando en el Helesponto, fueron recibidos favorablemente por los doliones y su rey Cícico, en el país de Cícica. Se hicieron a la vela, pero el viento giró durante la noche, y, antes del alba, estaban de nuevo con los doliones, que no les reconocieron, les tomaron por piratas pelasgos y combatieron con ellos. En el curso del combate, el rey Cícico fue muerto. Cuando se levantó el día, se reconocieron, quedaron desolados, y Jasón fundó unos juegos fúnebres en honor de Cícico. La etapa siguiente condujo a los navegantes a la costa de Misia. Allí fue donde se perdió el joven Hilas, y Heracles, partido en su busca, no volvió a tiempo para la marcha de la nave. El Argos llegó entonces entre los bebricios, cuyo rey era Amico, que obligaba a los viajeros a luchar contra él en pugilato. Fue Pólux quien recogió el desafío y mató al rey, o, según otros, le hizo prometer que se conduciría mejor en lo sucesivo. Al día siguiente, la tempestad arrojó al Argos a la costa de Tracia, en el país de Fineo. Este era un adivino ciego, hijo de Poseidón, y los dioses le habían afligido con una maldición singular. Cada vez que quería comer.
Las Arpías, demonios alados, se precipitaban sobre él, arrebatando los platos y manchando el resto. Calais y Cetes, que eran alados, como hijos de un dios del Viento, se precipitaron en persecución de las Arpías, las alcanzaron y les hicieron prometer, por el Estigio, no importunar más a Fineo. Este, agradecido, les reveló el porvenir a los Argonautas; les aconsejó desconfiar de las Rocas Cianeas (las Rocas Azules), llamadas también Simplegadas (las Rocas que se chocan). Eran escollos que guardaban la entrada al Ponto Euxino, y, cuando una nave quería pasar, se precipitaba uno contra otro, para cerrar el paso. Fineo dijo a los Argonautas que, antes de franquearlos, hicieran una experiencia: enviar por delante una paloma, que volara a través del paso; si ella lo lograba, la nave podría seguirla: si no, inútil obstinarse. Los Argonautas siguieron ese consejo. La paloma logró volar entre las dos rocas, que no le atraparon más que una pluma de la cola. Cuando los escollos se separaron, el Argos se lanzó a toda velocidad; franqueó el paso y no dejó en la aventura más que una tabla de popa. A partir de ese momento, las Rocas Cianeas quedaron inmóviles y el camino del Ponto Euxino estuvo definitivamente abierto. Tras una escala en el país de los mariandines, donde el adivino Idmón (que había previsto su muerte desde el comienzo) fue muerto en una cacería por un jabalí, el Argos superó la desembocadura del Termodonte y llegó a la Cólquida. El piloto Tifis había muerto poco antes. Le reemplazó en el gobernalle héroe Ancéo.
Medea:
Una vez en Colcos, Jasón expuso al rey Aetes el motivo de su llegada. El rey no rehusó a entregarle el Vellocino de oro, pero puso algunas condiciones: Jasón debía, ante todo, imponer el yugo a dos toros de cascos de bronce, regalo de Hefesto, que exhalaban fuego por las narices. Luego, con ayuda de ese tiro, debía arar un campo y sembrar los dientes de un dragón -el dragón de Tebas-. Nunca habría podido Jasón cumplir esas condiciones si no le hubiera ayudado la hija de Aetes, Medea, que había sentido por él una viva pasión. Ante todo le hizo prometer que la tomaría por mujer y la llevaría a Grecia con él, y luego, como era maga (igual que Circe, de quien era sobrina), entregó a Jasón un bálsamo con el que debía untarse antes de afrontar los toros, y le enseñó lo que había de hacer luego. Jasón, debidamente prevenido, logró domar los toros, arar el campo, y, cuando hubo sembrado los dientes del dragón, se apresuró a esconderse, pues de la tierra arada surgía una cosecha de hombres armados, con intenciones hostiles. Jasón, desde su escondite, lanzó en medio de ellos una piedra. Los guerreros se acusaron recíprocamente de haberla lanzado y se mataron entre sí.
El regreso:
No obstante, Aetes no cumplió su promesa; incluso intentó pegar fuego al Argos. Pero Medea, por sus sortilegios, durmió al dragón que guardaba el vellocino y se escapó con Jasón, en la nave, llevándose a su hermano pequeño, Apsirto. Aetes partió en su persecución. Para retardarle, Medea mató a su hermano y tiró sus miembros dispersos al mar. Aetes perdió un tiempo precioso recogiéndolos. Tras de lo cual, ya fue demasiado tarde para continuar la persecución. Durante ese tiempo, el Argos penetraba por las bocas del Danubio (el Istros) y subía por el río. Por ese camino, llegaron al Adriático (la geografía de esta leyenda es bastante incierta). Zeus, en ese momento, levantó contra ellos una violenta tempestad. La pros del navío se puso a hablar y reveló que los Argonautas llevaban la pena del asesinato de Apsirto y que tenían que ir a hacerse purificar por Circe. El Argos subió por el Po (Eridan), llegó al Ródano y volvió a bajar hasta junto a Circe, en la isla de Aeaea. Circe purificó a Medea, pero se negó a recibir a Jasón. Y el navío volvió a zarpar. Guiado por la propia Tetis, por orden de Hera, atravesó sin obstáculo el mar de las Sirenas. Orfeo cantó para evitar a los marinos la tentación de escuchar el canto de esos pájaros maléficos, pero uno de sus compañeros, Butes, prefirió a las Sirenas y saltó al mar. Afrodita le salvó y le estableció en la región de Lilibeo (Marsala).
Continuando su ruta, y atravesando el estrecho de Caribdis sin daño, el Argos abordó Corcira, la isla de los feacios. Allí los argonautas encontraron una tropa de colquidianos lanzados en su persecución por Aetes. El rey del país, Alcinoo, rehusó entregar a Jasón y Medea, porque se probó que eran marido y mujer, y ya no dependían de Aetes. Apenas el Argos abandonó Corcira, una violenta tempestad le lanzó a las Sirtes. Llevando la nave sobre las espaldas, a través de las arenas, llegaron al lago Tritonis, cuyo dios, Tritón, les enseñó el medio de volver al mar. Cuando, en su camino, quisieron abordar Creta, tropezaron con un gigante llamado Talos, un "robot", obra de Hefesto, que guardaba la isla por cuenta de Minos. Desde lejos lanzaba rocas enormes contra los barcos que se acercaban. Y, tres veces al día, daba la vuelta a la isla. Ese Talos era invulnerable, pero en el tobillo, bajo una piel muy espesa latía una vena de la que dependía su vida. Medea le hizo enfurecerse con visiones engañosas, hasta que consiguió que se desgarrara el tobillo en una roca, con lo que murió. Los Argonautas pudieron desembarcar, pasar una noche en la orilla y zarpar al día siguiente. Pero, en el mar de Creta, de repente quedaron envueltos por una espesa nube. A ruegos de Jasón, Apolo les envió un chorro de fuego que les enseñó, muy cerca de ellos, un islote donde pudieron fondear. Dieron a ese islote el nombre de Anafi (la Revelación). Luego, siguiendo la Eubea, el navío llegó a Iolcos, al cabo solamente de cuatro meses de viaje, llevando el Vellocino de oro. Jasón, después, fue a consagrar la nave, en Corinto, como exvoto a Poseidón. Las hazañas de Jasón no habían terminado. Como Pelias rehusaba entregar su reino al joven, Medea persuadió a sus hijas, las Pelíadas, para que rejuvenecieran a su padre con encantamientos cuyo secreto le confió. Pero la receta que les dio no era verdadera, y las Pelíadas sólo lograron matar a su padre. A consecuencia de ese crimen, Jasón y Medea hubieron de refugiarse en Corinto, donde vivieron diez años. Al cabo de ese tiempo, Jasón se casó con Medea y se prometió con Creusa, la hija del rey Creón. Medea envió entonces a la muchacha un traje nupcial que le infundió un fuego violento en las venas; todo el palacio real ardió, con Creusa y Creón. Mientras, Medea mataba a los dos hijos que había tenido de Jasón y se escapaba en un carro alado. Jasón, tras todas esta aventuras, volvió a Iolcos y recobró su reino de Acasto, el hijo de Pelias, que había sucedido a su padre. Medea llevó algún tiempo una vida errante. Se quedó algún tiempo en Atenas, cerca de Egeo, pero hubo de abandonar el país. Halló refugio en Asia, en el país de los medas, que le debe su nombre, y luego volvió junto a su padre, a quien le hizo recobrar el reino, que, mientras tanto, le había quitado Perses, el propio hermano de Aetes. Una tradición decía que Medea nunca había muerto, sino que había sido transportada viva a los Infiernos para se allí esposa de Aquiles.
LA LEYENDA DEL ÁTICA: TESEO.
Teseo es hijo de Egeo, rey del Ática que, a pesar de haberse casado dos veces, no tenía hijos. Por ello decidió consultar el oráculo de Delfos, que le dio una respuesta misteriosa: “No desates la boca que sale del odre de vino antes de haber llegado a las alturas atenienses”. Cuando volvía a Atenas pasó por Trecén, y se hospedó en casa de Piteo, sabio hijo de Pélope, al que repitió el oráculo. Éste sí lo entendió y se apresuró a embriagar a Egeo para que esa noche durmiera con su hija Etra, engendrando así a Teseo. Pero otra versión del mito hace a Teseo hijo de Posidón, considerando que el mismo día Etra mantuvo relaciones con Posidón y con Egeo. Otros intérpretes creen, por el contrario, que Egeo es sólo una personificación del mar del mismo nombre y por lo tanto la denominación local del dios del mar, de Posidón.
Egeo dejó en Trecén unas sandalias y una espada debajo de una gran piedra y le advirtió a Etra que le enviara al hijo que tuviera de él tan pronto como pudiera levantar la roca y sacar de debajo de ella las prendas de su padre.
Cuando Teseo creció, realizó el viaje a Atenas en busca de su padre pero, en vez de hacerlo por mar, lo hizo por tierra, porque así experimentaría más aventuras, muchas de ellas imitando los trabajos de Heracles2.
Cuando llegó a Atenas, la ciudad se hallaba en un estado de tumulto: Egeo estaba bajo el dominio de Medea, que había prometido curarlo de su esterilidad por medio de hechizos y Palante y sus robustos hijos estaban conspirando contra Egeo. Pero Teseo se enfrentó a ellos y los venció. Luego cazó y capturó al toro de Maratón, que lanzaba fuego por las narices. (al que Heracles había traído de Creta – otro contacto entre los dos héroes - ) y lo sacrificó a Apolo. Luego se produjo una lucha más dura y peligrosa: Minos había reducido a Atenas a la condición de estado tributario, bajo duras condiciones, porque su hijo Andrógeo había sido muerto en Atenas, en una emboscada, y Minos preparó una expedición contra Atenas y su aliada Mégara.
Teseo y el Minotauro.
Después de ser vencidos por el rey Minos de Creta, los atenienses tenían que entregar un tributo anual (algunos autores hablan de cada nueve años) consistente en siete muchachos y siete muchachas que serían devorados por el monstruoso hijo de Pasífae, la esposa del rey Minos, y un toro. Teseo pidió ser incluido en uno de los envíos a fin de enfrentarse con el monstruo y poner fin a la lamentable situación de Atenas. El barco partió con dos juegos de velas: unas negras con las que se hizo a la mar debido a su macabro cargamento, y unas blancas para que la nave las trajera colocadas al regresar, si Teseo tenía éxito.
La nave arribó a Creta. Ariadna, una de las hijas del rey Minos, se enamoró de Teseo y le prometió su ayuda si estaba dispuesto a llevársela a su país al regreso y a convertirla en su esposa. Naturalmente Teseo lo prometió. Ariadna,
por consejo de Dédalo, el constructor del famoso Laberinto donde estaba encerrado el Minotauro, dio a Teseo un ovillo. Desde que entrara en el Laberinto debería ir soltando el hilo a fin de que luego pudiera regresar siguiendo la hebra.
Teseo mató a puñetazos a la bestia y, gracias al hilo, pudo recorrer el camino en sentido contrario. Después embarcó con Ariadna y el resto de los jóvenes que aún no habían sido entregados al Minotauro. Según la versión mas conocida de la leyenda, un atardecer llegó la nave a isla de Naxos, Ariadna se durmió y al despertar estaba sola: durante la noche Teseo la había abandonado y se había hecho a la mar.
Ariadna se lamentó amargamente, pero muy pronto llegó Dioniso, que ya había ascendido al Olimpo, y la convirtió en su esposa.
Teseo prosiguió su viaje de regreso a la patria, pero olvidó el encargo de su padre referente al cambio de las velas negras por otras blancas, que harían saber a los ciudadanos y al rey la buena nueva tan pronto se avistara la nave desde la ciudad, pues las velas blancas serían señal inequívoca de que había habido éxito en la empresa y Teseo regresaba a casa sano y salvo. El rey Egeo, al divisar las velas negras, creyó, lógicamente, que su hijo había fracasado y que lo había perdido. En su desesperación se suicidó despeñándose desde la acrópolis o lanzándose al mar al que da su nombre: el mar Egeo.
TESEO Y LAS AMAZONAS.
Se dice que las amazonas invadieron el Ática y fueron derrotadas. Su reina, Hipólita o Antíope, se convirtió en esposa de Teseo, y le dio un hijo, Hipólito.
TESEO Y PIRÍTOO.
Estos dos jóvenes fueron amigos inseparables, y participaron juntos en hazañas bélicas de su época: en la cacería del jabalí de Calidón, en la expedición de los Argonautas, en la lucha entre lapitas y centauros que se provocó en la boda del propio Pirítoo. Decidieron casarse cada uno con una hija de Zeus: Teseo con Helena, que aún era una niña, y Pirítoo con Perséfone. Primero raptaron a Helena y la dejaron bajo la custodia de Etra, y luego decidieron bajar al Hades en busca de Perséfone. Los Dióscuros, hermanos de Helena, fueron a liberar a su hermana. Cuando Teseo y Pirítoo hubieron descendido al Hades, se quedaron prisioneros allí . Se cuenta que Heracles, cuando bajó al Hades en busca de Cérbero, sólo logró liberar a Teseo, porque la tierra tembló cuando intentó liberar a Pirítoo, por lo que éste se quedó para siempre en el Hades.
FEDRA.
Cuando muere su esposa la amazona, Teseo vuelve a casarse, esta vez con Fedra, hermana de Ariadna. Fedra se enamoró perdidamente de Hipólito.
PERSEO.
Perseo era hijo de una mujer mortal, Dánae, y del gran dios Zeus, el rey de cielo. El padre de Dánae, el rey Acrisio, había sabido por un oráculo que algún día su nieto lo mataría y, aterrorizado, apresó a su hija y expulsó a todos sus pretendientes. Pero Zeus era un dios y quería a su hija Dánae. Entró en la prisión disfrazado de aguacero de lluvia de oro, y el resultado de su unión fue Perseo. Al descubrir Acrisio que, a pesar de sus precauciones, tenía un nieto, metió a Dánae y a su hijo en un arcón de madera y lo arrojó al mar, esperando que se ahogaran.
Pero Zeus envió vientos suaves para que empujaran a madre e hijo a través del mar hasta la orilla. El arcón llegó a tierra en una isla donde lo encontró un pescador. El rey que gobernaba en la isla recibió a Dánae y a Perseo y les ofreció refugio. Perseo creció allí fuerte y valiente, y cuando su madre se sintió incómoda por las insinuaciones que no deseaba del rey, el joven aceptó el desafío que lanzó este molesto pretendiente. El desafío consistía en traerle la cabeza de la Medusa Gorgona.
Perseo no aceptó esta peligrosa misión porque deseara adquirir gloria personal, sino porque amaba a su madre y estaba dispuesto a arriesgar su vida para protegerla.
La Medusa Gorgona era tan horrorosa que sólo con mirarle a la cara convertía en piedra al observador. Perseo necesitaba la ayuda de los dioses para vencerla; y Zeus, su padre, se aseguró de que le ofrecieran esa asistencia. Hades, el rey del inframundo, le prestó un casco que hacía invisible al portador; Hermes, el Mensajero divino, lo proveyó de sandalias aladas, y Atenea le dio la espada y un escudo especial pulido con tanto brillo que servía como espejo. Con este escudo, Perseo pudo ver el reflejo de Medusa, y de ese modo le cortó la cabeza sin mirar directamente a su horrible rostro.
Con esta cabeza monstruosa, convenientemente oculta en una bolsa, volvió para casa. Durante el viaje vio a una doncella hermosa encadenada a una roca que había en la playa, esperando la muerte a manos de un terrible monstruo marino. Supo que se llamaba Andrómeda y que la estaban sacrificando al monstruo porque su madre había ofendido a los dioses. Conmovido por su situación y por su hermosura, Perseo se enamoró de ella y la liberó, convirtiendo al monstruo en piedra con la cabeza de la Medusa Gorgona. Después, regresó con Andrómeda para presentársela a su madre que, en su ausencia, se había sentido muy atormentada por las insinuaciones del malvado rey, hasta el punto que, desesperada, tuvo que buscar refugio en el templo de Atenea.
Una vez más, Perseo sostuvo en el aire la cabeza de la Medusa, convirtiendo en piedras a todos los enemigos de su madre. Después le entregó la cabeza a Atenea, que la montó en su escudo, con lo que en adelante se convirtió en su emblema. También devolvió los otros dones a los dioses que se los habían dado.
Andrómeda y él vivieron en paz y armonía desde entonces y tuvieron muchos hijos. Su único pesar fue que, cierto día, mientras tomaban parte en unos juegos atléticos, lanzó un disco que llegó demasiado lejos impulsado por una ráfaga de viento, y accidentalmente golpeó y mató a un anciano. Este hombre era Acrisio, el abuelo de Perseo. Al final, de esta forma se cumplió el oráculo que el difunto anciano tanto se había esforzado por evitar. Pero en Perseo no había ningún espíritu de rencor ni de venganza y, debido a esta muerte accidental, no quiso seguir gobernando su legítimo reino. En consecuencia, intercambió los reinos con su vecino, el rey Argos, y construyó para sí una ciudad poderosa, Micenas, en la que vivió largo tiempo con su familia en amor y honor.